miércoles, 15 de julio de 2009

La prueba de Ser Crunch


Ella tiene una sonrisa de oreja a oreja. Dice que está nerviosa porque tiene una entrevista de trabajo. Le cuenta a su amiga que la ansiedad le causa unas ganas infinitas de comer, pero de algo polenta, algo que la llene. Su amiga tiene la solución. Le ofrece un yogurcito Ser Crunch. Mmmmm… crunchy crunchy, ella lo devora y se come esas pepitas aparentemente deliciosas de chocolate mezcladas con la leche espesa. Entrecierra los ojos y da placer el sólo verla. La situación pertenece a una propaganda de TV.
En fin… aunque detesto los productos dietéticos, hice la prueba sólo para ver cuánta verdad había en esa tanda. Iba caminando hacia el Ente de Turismo y deseé un yogurt. Siempre compro un yogurísimo común, de esos dulces y con los copos azucarados. Pero me dije… a ver, vamos a ver cuánto de real tienen esos ojitos teñidos de placer de la muchacha Ser que dibuja un cero en el aire con su cuchara.
Pagué con 5 pesos, me dieron 2 de vuelto y una cucharita de plástico. Separé los dos potecitos, mezclé el yogurt con los crunchys y empecé a comer la delicia. Primera cucharada. El gusto a edulcorante me llenó la boca. Fui por la segunda. Ahá. Extrañé mi pan con manteca y mermelada de arándanos. A la cuarta, me sentí llena, eso sí. Pero por lo fiera que me resultó la oferta de Ser. No llegué a la quinta. Busqué algún niño pobre en la calle pero no lo encontré. Lo tiré en el tacho de basura.
¡Vaaaaamos! Eso no es un placer… eso no quita el hambre. Eso pone de mal humor. Eso no tiene azúcar. Eso aburre.
Dos horas después llegué a casa. Débil por los nutrientes que me aportaron los crunchys me fui al gimnasio a regañadientes. Una hora más tarde, partí un pan francés al medio, le puse manteca y lo espolvoreé con azúcar. ¡Qué feliz fui! ¡Qué cosa más hermosa es la comida común! Me prometí hacer una campaña para desmitificar a Ser y a su séquito. Y acá estoy. Yo, nunca más voy a hacer la prueba… Y el día que la manteca me saque factura y me agrande el traste, comeré sólo medio pan francés. Pero un Ser, jamás.