Cuidar a mi ahijado no tiene desperdicio. Nunca. Es un torbellino. No para. Habla. Se ríe. Se enoja. Me desobedece. Me da besos. Me saca el título de madrina en un segundo. Me dice que me ama. Me dice que no me quiere más. Me pregunta si tengo auto. Me dice que debería comprarme un Audi TT. Entre el sinfín de experiencias y charlas que tengo cuando estamos solos, siempre da la nota con algo. Con algo que me saca de la realidad y me sumerge en un descomunal ataque de risa. Hoy fueron dos. Léase que el ahijado, Felipe, aún no cumplió 4 años.
- Abi (es el intento de “Madri” que ya quedó como mi apodo formal), ¿no es cierto que los varones no tienen que andar tocándose el pito?
- No amor. Ya te expliqué el otro día que no
- Claro que no…Pierino (compañero de jardín) se toca el pito como mil veces por día. Pésimo está. ¿No es cierto Abi?
- Ya te expliqué amor que el pito es algo tuyo, es privado
- Sí. Privado. Sólo puedo tocarlo en el baño. Porque ahí hago pis y lo tengo que agarrar
- Claro bebé.
Hago un gran esfuerzo para disimular la risa y cambio de tema. Le pregunto cómo se había portado en el cine el sábado (su mamá ya lo había delatado usando palabras poco felices como “insufrible”, “pésimo”, “peor imposible”, “intratable”, entre otras…). Se encoge de hombros, entre cierra los ojos y pone las palmas de las manos hacia arriba.
- Y… no tan bien. En realidad bastante mal Abi
- ¿En serio amor? ¿Y por qué? ¿Qué pasó?
- Me he portado pésimo. Re mil mal. Pero bueno… fue un accidente
- ¿Un accidente? (estoy entre hacerme pis encima o morfarlo a besos. Pero necesito escucharlo más)
- Sí Abi. Un accidente en el cine. No quise portarme mal. Fue un accidente. Y ya no quiero hablar más.
Obediente, le aconsejo que se porte mejor entre besos y abrazos. Poco me importa en realidad su conducta cuando tengo su cuellito transpirado en mi cara y le digo que lo amo. Me abraza con fuerza, me da un beso mojado y torpe y remata:
- Abi, vos que me amás mucho… ¿me vas a comprar otro auto cuando puedas? (tiene un Porche rojo que ya está muy viejo y al que ni los pedales le quedan sanos)
- Obvio mi amor. Cuando tenga más plata te compro otro. Sólo a vos, porque sos mi único ahijado.
- Sí, los demás son “sólo sobrinos”. Cuando puedas, entonces, quiero un Audi TT.
- Hecho.
Mentira piadosa. En dos horas, el ahijado único que Dios me dio me convierte en la madrina más feliz del mundo. Eso sí.: sigo corroborando que la maternidad no es lo mío. No todavía. Ahora que se fue, disfruto de mi cigarro obligado y mi silencio divino. Me duele la cabeza con sólo mirar el caos que me dejó entre las galletas de chocolate, el Porche, los barcos de papel, el fuentón que hizo de mar y el paño empapado con el que limpió su auto.
Hace 3 años
No hay comentarios:
Publicar un comentario