lunes, 30 de noviembre de 2009

Extraño


Extraño tus olas en la orilla, tus carpas blancas y verdes, tu pasillo angosto y tu baño lleno de arena. Extraño el olor a colonia que me pongo cada tarde después del sol de todo el día. Extraño el asador de mi galería, el tablón blanco y viejo y las mollejas que me compra papá cada 16 de enero. Extraño las risas que encierra el patio de piedritas cada noche estrellada. Extraño las gotas frescas y saladas que reciben a mi cumpleaños pero que no me impiden cantar en el karaoke de la peatonal hasta las 6 am. Extraño el olor a churros calentitos que siento mientras pedaleo en mi bici hacia el balneario. Extraño tus árboles parejitos y verdes de la calle 20. Extraño mi libro húmedo en la costa y la sal que me como cuando me humedezco el dedo para pasar de página mientras el viento me pega en la cara. Extraño mi desorden de bikinis, remeritas y shorts en mi cuarto con olor a humedad. Extraño la arena entre mis manos cuando invento castillos y pienso. Extraño el cigarrillo del atardecer con el mate ya lavado pero riquísimo. Y los bizcochitos de grasa de Ervimar. Extraño la 37 de tierra y polvo.
Aunque te esté por abrazar de nuevo en poco más de un mes (si Dios quiere), te extraño, siempre. Y en esta época, más.