lunes, 9 de febrero de 2009

Recuerdos de la inocencia en mi infancia

I)El Niñito Dios derretido

Cuando era muy chiquita le pregunté a mi mamá cómo hacía el niñito Dios para entrar a mi casa. Me martillaba la cabeza cada 24 de diciembre pensando en cómo lo lograba: mi casa no tenía chimenea, las ventanas permanecían cerradas, la puerta antiquísima del siglo pasado era imposible de abrir con facilidad y la del patio, menos. Entonces me dijo que para él nada era imposible, que buscaba la manera para entrar a todas las casas del mundo de una forma misteriosa. Ahá. En todas, en cada una de las casas de los 5 continentes. De un modo misterioso. Era suficiente para mí. Lo creía y ya. Para mí, en ese entonces, el niñito Dios se derretía y entraba por la ranura que se formaba entre la puerta de calle y el piso. Estaba tan convencida, que cada 25 cuando iba a abrir los regalos miraba las baldosas negras y blancas y veía rastros de su presencia. Una especie de brillo terroso que me encantaba pisar. Quizá siempre llevaba botas y se ensuciaba al llegar a Tucumán. Quiero volver a ese día, a mi camisón rosita que cubría mi corazón atolondrado en la mañana navideña y a mis pantuflas acolchonadas que me llevaban al comedor. Quiero volver a creer que te derretís en la puerta de casa. Qué hermoso, por Dios.

6 comentarios:

Unknown dijo...

Qué bueno leerte, otra vez... Y puedes volver, las veces que quieras a ser la que eras para reconocerte y recuperar lo que creías perdido.
Un beso.

Anónimo dijo...

Hola Lou! Seguramente no me marcás, soy amigo de Chichem y toda esa gente. Trabajamos juntos en El Tablon.
Por medio de ellos es que llegué a tu blog, y me gustó. Asi que bue... tendrás mis comentarios de vez en mes.
Y con respecto a este post, la verdad: ¡Qué tiempos aquellos!
No había tragedias, guerras ni muertes para ese entonces. Pero bue... coincido con Horacio. "volver a ser los que éramos".
A seguir conviviendo con el 4 AM y a destapar una Quilmes (sorry si no se aceptan chivos en tu blog) y a otra cosa, mariposa.
Besote. Muy buena forma de escribir.

nvbvbvbn dijo...

dicen que los que no conocen el mal no tienen sospechas... te mando un beso

Sebastián Nadal dijo...

¡No sabía cuál de los tres comentar! Después de la ausencia, te desquitaste.
Qué buenas esas épocas en la que la inocencia nos jugaba ese tipo de engaños. Qué lindas épocas...
Muy buenos todos los relatos.
Un abrazo.

Bruno Cirnigliaro dijo...

A aquéllo que te ha marcado, a aquéllo que ha delineado un antes y un después en tu vida... siempre se vuelve, siempre hay que volver.

Para que se derrita otra vez en tu puerta, brindo!

Anónimo dijo...

Buen comienzo