miércoles, 22 de octubre de 2008

La porteña y mi pueblito

Hace un par de meses, cuando estaba en Buenos Aires haciendo dos cursos de redacción en la Fundación Perfil, me encontré con una porteña de esas que yo pensaba que no existían en realidad, que solamente eran parte del imaginario provinciano y prejuicioso del que yo formaba parte.
Afuera, el vapor se levantaba denso del pavimento después de una lluvia tímida que había llegado tras varias semanas insoportables (casi, casi como las tucumanas) y salí del aula para fumar un cigarrillo esperadísimo después del café de media mañana. En eso estaba, sola, pensando en los míos, en la panza de mi hermana y en mi futuro ahijado, en los besos de mi vieja al llegar a casa, en la soledad y el gusto que sentía en esa enorme ciudad y en las ganas de volar al mismo tiempo hacia mi casita de Sarmiento y Laprida cuando ella se me acercó.
Ya, desde el vamos, no me había caído muy bien. Levantaba la mano cada milésima de segundo para preguntarle cosas al profesor; en cada acotación repetía la palabra “tipo” unas tres veces, “nada” otras cuantas y encima de eso, para rematar su modo chocante de expresarse, mezclaba el castellano con el inglés. Por eso disfruté tanto cuando Néstor Barreiro (el periodista que dictaba el curso) le suplicó (con tono de pocos amigos) que hablara con propiedad. “No digas feed back si estás hablando de procesos de comunicación. Estamos en Argentina y acá hablamos español”. Maravilloso. Me llené de gozo y fui feliz, solamente porque aquella especie de reto alimentaba mi maldad e intolerancia hacia la porteña de pelo largo, pantalones cortos y boca carnosa.
Y ahí llegaba. “¿Vos escrihíste (escribiste) el artículo de Purmamarca? ¡Porque está re hueno (bueno)… dihíno(divino)!”, me declaró la joven estudiante de Periodismo que parecía masticar una papa gigante constantemente. Agradecí con una sonrisa educada, con una mezcla de cinismo y de culpa por haber disfrutado de su mal rato con Barreiro. No suele pasarme muy seguido pero ese día, justo ese, no tenía ganas de hablar con nadie. La porteña de pelo largo, en cambio, estaba ansiosa por conocer gente y si era del interior, mucho mejor. Fue en el instante en que aplasté la colilla de mi cigarrillo con la suela de mi ojota de goma cuando, en un intento por ser amigable, Verónica, (creo que se llamaba así) mientras se ataba el pelo en un rodete voluminoso, disparó: “Que divertida debe ser la vida en Tucumán… tranquilidad, poca gente… yo sueño con vivir en un pueblito así, ‘tipo’ desolado como Tucumán”. No sabía si contestarle, explicarle o irme y no perder tiempo. Así que opté por sonreírle y asentir con la cabeza. Entré de nuevo al curso, me senté y volví a ser feliz (de pura maldad, otra vez). El profesor le criticó hasta la última coma de su artículo sobre Purmamarca, “que nunca se puede empezar así un reportaje, que esto es un lugar común, que había que guiarse más de las fotos que les dí para describir el lugar y atraer al lector, que Purmamarca no es así…”. Y un par de detallecitos más. Quizá la porteña de pelo largo creyó que Purmamarca era una isla del Caribe o una playa de Brasil, quién sabe…

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Aunque estoy peleada con vos igual te comento porque soy buena persona.
Esto aclarado debo decir que no necesito leer tu nombre en la firma de abajo para saber que escribiste vos, todavía me acuerdo de la señora agarrandose el rosario.
El sello Casanova en todos los textos. Ese 8 ( o era 9?)en redacción sigue mereciendose.

Firma: Lugar comúnnn Cabreraaa

p.d: Saca la verificación de la palabra porque es una "paja"

María Abraxas dijo...

Que grande mi amiga!!!! muchas gracias de verdad... Yo no estoy peleada con vos, te aclaro. Disponible para un café, siempre. Media pila de las 2 para juntarnos al menos una horita durante alguna tarde, si? Muchos besos!

María Abraxas dijo...

Casancrem es íncreible que todavía existan personas que vivan en un termo (chivo de mi blog). De ese tipo de anécdotas tengo miles mientras estaba en la maestría. A veces da bronca, otras ganas de cagarse de risa...pobres cosmopolitas insoportables.

Anónimo dijo...

¡Hola, Luli! Recién me doy una vuelta por tu blog, y leí el post (o la entrada, para hablar en nuestro español) de la porteña de pelo largo. Me encantó. Te voy a seguir leyendo. Un beso y un abrazo.

Julio dijo...

Y sí, gorda, tipo que nah!! Onda que te re cruzás con gente copada en BA. ¡Qué suere tuviste!

María Abraxas dijo...

Muchas gracias Juanjo y Julio! que bueno que hayan llegado a mi blog. Yo ya había espiado los suyos y me encantaron. Les mando un beso enorme a ambos!

Anónimo dijo...

Luli, excelente que te hayas decidido hacr un Blog y mejor aún tus publicaciones. Welcome al diario personal no privado que todo el mundo lee. Besos.
PD: agregada a los amigos de chichem.

Anónimo dijo...

pasaq la palabra porteña queda amplia, por eso genera problemas...Es como decir que todos los santiagueños son vagos. Por eso, encontrarse con gente asi, te puede pasar en cualquier lado...De hecho tengo anecdotas mas que interesantes de mi paso por un colegio privado de Tucuman, por la Facu o por los dias de trabajo alla en Tucuman o aqui en Bs As. Gente superficial hay en todos lados. Lo bueno es saber que en cada lugar hay magia esperandonos y alguien bueno, querible, respetable, que nos haga sentir "como en casa" y a pesar de las distancias y los soledades, me siento en casa siempre, porque por suerte, tambien hay gente diferente, muy diferente y aqui encontre mucha. Besos

Bruno Cirnigliaro dijo...

en serio bolua? no te lo puedo... es como too much no? digo, tipo ná.. tucumán debe ser lo más... tu post está re bueno... te lo super agradezco Luli... una pregunta: este blog se lee en todo el mundo mundial? es q tengo un primo en purmamarca y quiero q lea mi comentario... es muy fuerte aparecer aquí no? digo, por lo de internet y todo eso...
bueno, nada... te dejo

María Abraxas dijo...

La nota encantó a mis amistades provincianas pero generé cierto descontento en mis amores que viven en la Capi... a ellos, que saben bien quiénes son, está demás decirles que se trata de una anécdota, una experiencia que viví y me pareció "súper divertida" para contarla. Historias de gente ignorante, superficial y chocante hay en todos lados, seguro. Esta era, simplemente, una más. Algún día llegará la del tucumano gato o el santiagueño vago. Los quiero mucho y lo bien que la pasé en Buenos Aires fue gracias a ustedes, a su amor, contención y amistad.
PD: Y usted, mamá porteñita, es una de las mejores personas que conocí en mi vida asique espero sepa comprender que nada tiene que ver mi relato con gente como usted... Besos muchos

Maby dijo...

Hola nena, sí uno se cruza con cada cosa a veces. De todas formas yo creo que la pelotudez no es cuestión de ubicación ni de provincia, pero debo reconocer que el porteño peca tanto de ignorante que es terrible. Me alegro que andés blogueando, un abrazo y está bárbaro el blog.